Metanoia

Foto: Eduardo Jaime


Qué diferente me estoy haciendo,
las canciones autóctonas
ya no me provocan nada en la cintura.
Soy este ser hambriento de sonidos difíciles
que insinúa en sus movimientos
la síncopa del Jazz.

Me tomo muy en serio ideales
nacidos del rechazo, del hastío,
de toda forma de agresión y de las drogas
que rompieron todo lo precario que me veo
en las fotos reveladas de carrete
que me provocan reminiscencias,
y me hacen sentir diferente.

Cómo no ser diferente, cómo no ser raro si
ya no hay luciérnagas en esta ciudad
que cuiden mis aventuras con su luz,
ya no suena el canto de los renacuajos
ni puedo resbalarme feliz sobre el musgo del invierno.

La pampa, el circo de bajo presupuesto
el olor ecuestre que desprendía,
hasta la lluvia que percutía en el suelo, todo aquello
se lo llevó la urbe en arcadas de cemento
sobre todos los lugares donde se saltaba.

Peor aún ha sido las costillas de la muerte
que tienen encarcelada la ausencia de mi padre
tal ausencia que
en el claustro del ataúd nunca más podré ver.
Y qué decir del tiempo que se ha llevado la salud
y la piel tersa de mi madre, irrefutable, frío y preciso.

El tiempo se lleva la mayoría de las cosas
tarde o temprano,
y somos nosotros confundiéndonos
entre ese tarde o temprano
maquinando ideales, proyectos de vida
y demás cosas que se irán en la simple experiencia
de haberlas conseguido.

Reinventarse en el camino
nos asegura ir como un niño
que lo descubre todo por vez primera,
ser un novato en la repetición.


1 comentario:

Ernesto Cevallos. dijo...

Buen material....me siento identificado.
Se buscan luciérnagas.