El gato
olfatea en la hierba
se ha
percatado que lo observo
entonces él
me observa y deja de olfatear,
yo lo dejo
de observar y él se va
más allá ve
a un pájaro, se detiene
lo persigue
silencioso agazapado, lento
justo a
consumar el acecho
en plena
emboscada el pájaro vuela,
se escapa hacia
el edificio de al frente
se pierde
detrás del mismo, el gato lo olvida
y yo
también.
No veo a
nadie en este barrio
hay muchos
árboles,
la luz del
sol me lo permite ver todo, menos a la gente
solo veo el
gran verde del reino vegetal.
Qué
privilegio mi balcón
aquí se
descansa bien
después de haber
aseado la casa
lavar los
platos, el suelo, la ropa, el baño
moviendo el
cuerpo con Soft Parade.
He salido al
balcón a sentarme,
a escribir
con mi pluma fuente y mi libreta sobre las piernas,
a observarlo
todo con sensación de trascendencia
justamente
ese es el “por qué” la gente me percibe
con
extrañeza.
Flipan
porque cualquier cosa
así sea la
nimia expresión fática del “hola”
me parece
trascendente.
Resulta que
ahora juego a ser trascendente
todo es
trascendente, el gato, el ave, los árboles
la ausencia
de la gente, la casa impecable,
la ropa seca
del cordel, Jim Morrison, yo
escribiendo,
el balcón,
este
cuaderno y mi pluma fuente
¿Por qué no?
Si me da la gana.
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