Disfrutaba su rostro
hasta que en un
instante
de vivencia lacerante
muy parecida al éxodo
ella... dejó de
proyectarse.
En el lago
de mi nueva tierra
vi que en el reflejo
de mi rostro
se moría el
movimiento.
Mis recuerdos habían muerto
Mis recuerdos habían muerto
ahora que el vello
forma
un bosque lúgubre
sobre mi tez.
He celebrado cada
aniversario
de su ausencia,
bebiendo el licor destilado
de lo único que tengo
bebiendo el licor destilado
de lo único que tengo
su imagen pueril
atrapada en mi
memoria.
Un hada, parecida
a un murciélago,
volaba en mis fantasías,
volaba en mis fantasías,
me ofreció un deseo
y le pedí que me
diera
el recuerdo de los
días
donde por ella
se intensificó mi
asedio
y me lo concedió:
Actuar como dandi
pararme como matón
mirar al vacío
pararme como matón
mirar al vacío
escupir al suelo
sonreír sin razón
salvar a todos en las
escondidas.
Yo asediando
Yo asediando
y ella en el balcón,
espectadora.
Le pedí otro deseo
y el Hada me lo
volvió a conceder,
le pedí volver a
verla
y súbito llegó.
Pero la pequeña brisa
que iba muriendo
mientras
chocaba de pared a
pared
todo lo desvaneció.
Mis ojos temblaron,
aquel balcón fue
el único espacio
entre los dos.

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